- ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre?
- Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre.
- Adorarás al Señor tu Dios y solamente a Él darás culto.
- Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.
- Ningún profeta es bien recibido en su tierra.
- Guía mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca.
- No temas; desde ahora serán hombres los que pescarás.
- Hombre, tus pecados te son perdonados.
- Levántate, toma tu camilla y marcha a tu casa.
- Sígueme.
- No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos.
- No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a la penitencia.
- ¿Acaso podéis hacer ayunar a los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?
- Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque entonces el vino nuevo reventará los odres, y se derramará, y los odres se perderán.
- Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.
- Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
- Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
- Bienaventurados cuando los hombres os odien, os injurien y proscriban vuestro nombre como maldito, por causa del Hijo del Hombre.
- ¡Ay de vosotros los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
- ¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre!
- ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis!
- ¡Ay cuando los hombres hablen bien de vosotros, pues de este modo se comportaban sus padres con los falsos profetas!
- Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian. Bendecid a los que os maldicen y rogad por los que os calumnian.
- Al que te pegue en una mejilla ofrécele también la otra, y al que te quite el manto no le niegues tampoco la túnica.
- Da a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
- Como queráis que hagan los hombres con vosotros, hacedlo de igual manera con ellos.
- Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores aman a quienes les aman.
- Si hacéis el bien a quienes os hacen el bien, ¿qué mérito tendréis?, pues también los pecadores hacen lo mismo.
- Prestad sin esperar nada por ello; y será grande vuestra recompensa.
- Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.
- No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Perdonad y seréis perdonados.
- Con la misma medida con que midáis se os medirá.
- ¿Por qué te fijas en la mota del ojo de tu hermano y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo?
- Hipócrita: saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad cómo sacar la mota del ojo de tu hermano.
- No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni tampoco árbol malo que dé buen fruto.
- Cada árbol se conoce por su fruto; no se recogen higos de los espinos, ni se vendimian uvas del zarzal.
- El hombre bueno del tesoro de su corazón saca lo bueno, y el malo de su mal saca lo malo: de la abundancia del corazón habla su boca.
- El que viene a mí y oye mis palabras y las pone en práctica, se parece al que, al edificar, cavó hondo y puso los cimientos sobre roca.
- Muchacho, a ti te digo, levántate.
- Id y anunciadle a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen.
- Bienaventurado el que no se escandalice de mí.
- Os digo que entre los nacidos de mujer nadie hay mayor que Juan.
- Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella me ha bañado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos.
- Le son perdonados sus muchos pecados, porque ha amado mucho.
- Aquel a quien menos se perdona menos ama.
- Tus pecados quedan perdonados (…) –Tu fe te ha salvado; vete en paz.
- Lo que cayó entre espinos son los que oyeron, pero en su caminar se ahogan a causa de las preocupaciones, riquezas y placeres.
- Lo que cayó en tierra buena son los que oyen la palabra con un corazón bueno y generoso, la conservan y dan fruto por la perseverancia.
- Al que tiene se le dará; y al que no tiene incluso lo que piensa tener se le quitará.
- Nada hay escondido que no acabe por saberse; ni secreto que no acabe por conocerse y hacerse público.
- Nadie que ha encendido una lámpara la oculta (…) sino que la pone sobre un candelero para que los que entran vean la luz.
- Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la cumplen.
- Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz.
- No lloréis; no ha muerto, sino que duerme.
- Niña, levántate.
- No llevéis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas.
- Si nadie os acoge, al salir de aquella ciudad, sacudíos el polvo de los pies en testimonio contra ellos.
- Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz cada día, y que me siga.
- El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, ése la salvará.
- ¿De qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero si se destruye a sí mismo o se pierde?
- Quien se avergüence de mí y de mis palabras, de él se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria.
- Grabad en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
- El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.
- El menor entre todos vosotros, ése es el mayor.
- El que no está contra vosotros con vosotros está.
- Las zorras tienen sus guaridas y los pájaros del cielo sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
- Deja a los muertos enterrar a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.
- Nadie que pone su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.
- La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies.
- Id: mirad que yo os envío como corderos en medio de lobos.
- En la casa en que entréis decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hubiera algún hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz.
- Permaneced en la misma casa comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el que trabaja merece su salario.
- Curad a los enfermos y decidles: «El Reino de Dios está cerca de vosotros».
- Si en Tiro y en Sidón hubieran sido realizados los milagros que se han obrado en vosotras, hace tiempo que habrían hecho penitencia.
- Quien a vosotros os oye, a mí me oye; quien a vosotros os desprecia, a mí me desprecia.
- No os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos más bien de que vuestros nombres están escritos en el cielo.
- Yo te alabo, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños.
- Os aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que estáis viendo y no lo vieron; y oír lo que estáis oyendo y no lo oyeron.
- Marta, Marta, tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas. Pero una sola cosa es necesaria: María ha escogido la mejor parte.
- Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino; sigue dándonos cada día nuestro pan cotidiano.
- Perdónanos nuestros pecados, puesto que también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos pongas en tentación.
- Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra.
- Si vosotros, siendo malos, dais a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más el Padre dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
- Todo reino dividido contra sí mismo queda desolado y cae casa contra casa.
- El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.
- Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la guardan.
- Esta generación es una generación perversa; busca una señal y no se le dará otra señal que la de Jonás.
- Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, pero vuestro interior está lleno de rapiña y de maldad.
- Dad, más bien, limosna de lo que guardáis dentro, y así todo será puro para vosotros.
- ¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, pero despreciáis la justicia y el amor de Dios!
- ¡Ay de vosotros, fariseos, porque apetecéis los primeros asientos en las sinagogas y que os saluden en las plazas!
- ¡Ay de vosotros, que sois como sepulcros disimulados, sobre los que pasan los hombres sin saberlo!
- ¡Ay también de vosotros, los doctores de la Ley, porque imponéis a los hombres cargas insoportables, pero vosotros ni con uno de vuestros dedos las tocáis!
- ¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, porque os habéis apoderado de la llave de la sabiduría!
- Nada hay oculto que no sea descubierto, ni secreto que no llegue a saberse.
- Cuanto hayáis dicho en la oscuridad será escuchado a la luz; cuanto hayáis hablado al oído bajo techo será pregonado sobre los terrados.
- No tengáis miedo a los que matan el cuerpo y después de esto no pueden hacer nada más.
- Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No tengáis miedo.
- Temed al que después de dar muerte tiene potestad para arrojar en el infierno.
- A todo el que me confiese delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios.
- El que me niegue ante los hombres, será negado ante los ángeles de Dios
- El Espíritu Santo os enseñará en aquella hora qué es lo que hay que decir.
- No estéis preocupados por vuestra vida: qué vais a comer; o por vuestro cuerpo: con qué os vais a vestir.
- La vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido.
- Fijaos en los cuervos: no siembran ni siegan; no tienen despensa ni granero, pero Dios los alimenta.
- Bien sabe vuestro Padre que estáis necesitados [de comer y de beber]. Buscad más bien su Reino, y esas cosas se os añadirán.
- Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no envejecen, un tesoro que no se agota en el cielo.
- Donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.
- Tened ceñidas vuestras cinturas y encendidas las lámparas, y estad como quienes aguardan a su amo cuando vuelve de las nupcias.
- Dichosos aquellos siervos a los que al volver su amo los encuentre vigilando
- Si el dueño de la casa conociera a qué hora va a llegar el ladrón, no permitiría que se horadase su casa.
- Estad preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre.
- A todo el que se le ha dado mucho, mucho se le exigirá, y al que le encomendaron mucho, mucho le pedirán.
- Fuego he venido a traer a la tierra, y ¿qué quiero sino que ya arda?
- ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, os digo, sino división.
- Desde ahora, habrá cinco en una casa divididos: tres contra dos y dos contra tres.
- –Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
- ¡Hipócritas!, cualquiera de vosotros ¿no suelta del pesebre en sábado su buey o su asno y lo lleva a beber?
- El Reino de Dios es como un grano de mostaza, que (…) creció y llegó a hacerse un árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.
- Esforzaos para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os digo, intentarán entrar y no podrán.
- Hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.
- ¡Jerusalén, Jerusalén!, que matas a los profetas y lapidas a los que te son enviados.
- Os aseguro que no me veréis hasta que llegue el día en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor.
- Cuando alguien te invite a una boda, no vayas a ponerte en el primer puesto.
- Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.
- Cuando des un banquete, llama a pobres, a tullidos, a cojos y a ciegos; y serás bienaventurado, porque no tienen para corresponderte.
- El que no carga con su cruz y viene detrás de mí, no puede ser mi discípulo.
- Cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes no puede ser mi discípulo.
- La sal es buena; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué se sazonará? No es útil ni para la tierra ni para el estercolero.
- ¿Quién de vosotros, al querer edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos a ver si tiene para acabarla?
- Habrá en el cielo mayor alegría por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de conversión.
- Alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja que se me perdió.
- Así, os digo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
- Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo.
- Había que celebrarlo y alegrarse, porque ese hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.
- Quien es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho; y quien es injusto en lo poco también es injusto en lo mucho.
- Ningún criado puede servir a dos señores, porque tendrá odio a uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y menospreciará al segundo.
- No podéis servir a Dios y a las riquezas.
- Vosotros os hacéis pasar por justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones.
- Lo que parece ser excelso ante los hombres es abominable delante de Dios.
- Es más fácil que pasen el cielo y la tierra que el que se anule un solo trazo de la Ley.
- Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la repudiada por su marido comete adulterio.
- Es imposible que no vengan los escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen!
- Más le valdría que le ajustaran al cuello una piedra de molino y que le arrojaran al mar, que escandalizar a uno de esos pequeños.
- Si tu hermano peca, repréndele; y, si se arrepiente, perdónale.
- Si tu hermano peca siete veces al día contra ti, y siete veces vuelve a ti, diciendo: «Me arrepiento», le perdonarás.
- Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a esta morera: arráncate y plántate en el mar, y os obedecería.
- Cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: «Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que lo que teníamos que hacer».
- Levántate y vete; tu fe te ha salvado.
- El Reino de Dios no viene con espectáculo.
- Daos cuenta de que el Reino de Dios está ya en medio de vosotros.
- Vendrá un tiempo en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.
- Quien pretenda guardar su vida la perderá; y quien la pierda la conservará viva.
- Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?
- Os digo que éste bajó justificado a su casa. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado.
- Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos. Luego, ven y sígueme.
- ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino uno solo: Dios.
- ¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!
- Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios.
- Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.
- No hay nadie que haya dejado casa (…) por el Reino de Dios, que no reciba mucho más en este mundo y, en el futuro, la vida eterna.
- Será insultado y escupido, y, después de azotarlo, lo matarán, y al tercer día resucitará.
- Recobra la vista, tu fe te ha salvado.
- Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa.
- Hoy ha llegado la salvación a esta casa (…) porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.
- A todo el que tiene se le dará, pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitará.
- Os digo que si éstos callan gritarán las piedras.
- Está escrito: Mi casa será casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones.
- Los que son dignos de alcanzar el otro mundo y la resurrección de los muertos, no se casan, ni ellas ni ellos.
- Vendrán días en los que de esto que veis no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida.
- No os dejéis engañar; porque vendrán en mi nombre muchos diciendo: «Yo soy», y «el momento está próximo». No les sigáis.
- Yo os daré palabras y sabiduría que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios.
- Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
- No es Dios de muertos, sino de vivos; todos viven para Él.
- Guardaos de los escribas, a los que les gustan los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes.
- Os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos (…) pues, en su necesidad, ha echado todo lo que tenía.
- Matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.
- Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
- El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
- Vigilaos a vosotros mismos, para que vuestros corazones no estén ofuscados por la crápula, la embriaguez y los afanes de esta vida.
- Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer.
- Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía.
- Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.
- Mirad que la mano del que me entrega está conmigo a la mesa.
- El Hijo del Hombre se va, según está decretado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!
- Que el mayor entre vosotros se haga como el menor, y el que manda como el que sirve.
- ¿Quién es mayor: el que está a la mesa o el que sirve? (…) Yo estoy en medio de vosotros como quien sirve.
- Te aseguro, Pedro, que no cantará hoy el gallo sin que hayas negado tres veces haberme conocido.
- Orad para no caer en tentación.
- Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
- ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para no caer en tentación.
- Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?
- ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos?
- Desde ahora estará el Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios.
- Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos.
- Si en el leño verde hacen esto, ¿qué se hará en el seco?
- Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.
- En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
- Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
- La paz esté con vosotros.
- Mirad mis manos y mis pies: soy yo mismo. Palpadme y comprended que un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.
- Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí.
- Así está escrito: que el Cristo tiene que padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día.
- Yo os envío al que mi Padre ha prometido. Vosotros permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de la fuerza de lo alto.
28/12/2017
Palabras de Jesús en el Evangelio de San Lucas (200 tuits)
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