- Tener un corazón capaz de amar, de afligirse y conmoverse, es la característica más específica de la naturaleza humana (p.15)
- Es el corazón quien experimenta la felicidad, no el entendimiento ni la voluntad (p.53)
- Una felicidad solamente «pensada» o «querida» no es felicidad. Esta se da en una experiencia afectiva (p.32)
- Conmoverse, en su sentido genuino, es una de las experiencias afectivas más nobles: es el reblandecimiento de la propia aridez (42)
- Todo sentimiento se pervierte y corrompe al disfrutarlo de modo introvertido (p.42)
- El sentimentalismo proviene principalmente de la concupiscencia (p.42)
- «Corruptio optimi pessima». Cuando más elevado es algo, tanto peor es su perversión y falsificación. El demonio imita a Dios (p.51)
- En la naturaleza humana, el corazón ocupa un lugar de igual categoría que la voluntad y el entendimiento (p.52)
- Si entendiéramos al hombre como compuesto solo de entendimiento y voluntad, muchos pasajes de la Escritura serían insignificantes (p.55)
- Hay en el hombre una tríada de centros espirituales destinados a fecundarse mutuamente: entendimiento, voluntad y corazón (p.56)
- El Antiguo Testamento escoge el corazón (no el intelecto o la voluntad) como representante de la interioridad del hombre (p.57)
- El corazón es el órgano de la afectividad (p.58)
- Una tarea importante de nuestra vida espiritual y religiosa: librarnos del ritmo de los sentimientos psíquicos en nuestro corazón (p.68)
- La depresión o el mal humor pierden parte de su fuerza si nos damos cuenta que son resultado de procesos corporales (p.71)
- Cuando ciertos sentimientos alcanzan una alta intensidad, tienden a silenciar la razón y a dominar la voluntad libre (p.73)
- Comprender la afectividad tierna a la luz de su posible perversión es un error intelectual imperdonable (p.97)
- El hombre verdaderamente afectivo responde al bien, que es fuente y base de su experiencia afectiva (p.100)
- Para el hombre verdaderamente afectivo lo que importa es la situación objetiva: si hay motivos para alegrarse o sentirse feliz (p.100)
- Al «subjetivista» (en el sentido negativo de la palabra) sólo le preocupan sus propios sentimientos y reacciones (p.100)
- El «tullido» afectivamente hablando nunca es verdaderamente objetivo (p.101)
- Es hora de liberarnos de la desastrosa equiparación entre objetividad y neutralidad (p.101)
- Cuando se respeta la interacción querida por Dios entre intelecto, voluntad y corazón, la afectividad nunca es demasiado intensa (p.111)
- No se puede decir, propiamente, que vivan quienes no tienen lágrimas para las cosas que requieren lágrimas (p.115)
- Un tipo de afectividad mutilada es la del hombre que sufre hipertrofia de eficiencia pragmática (p.115)
- El utilitarista considera que toda experiencia afectiva es superflua y constituye una pérdida de tiempo (p.115)
- La plenitud de un hombre depende en gran medida de su capacidad afectiva (p.117)
- Es en el corazón donde encontramos el secreto de una persona y donde se pronuncia su palabra más íntima (p.118)
- La vida del concupiscente está dictada por el orgullo (p.120)
- Los concupiscentes están excluidos del amor, porque este siempre requiere la donación del propio corazón (p.121)
- El cinismo silencia o endurece inevitablemente el corazón (p.123)
- Un tercer tipo de falta de corazón se halla en el esteta refinado, cuya exclusiva actitud ante el mundo es la del goce estético (p.123)
- Cierta moralidad puritana conduce frecuentemente a otro tipo de falta de corazón, esta vez de carácter fanático (p.124)
- El silenciamiento del corazón alcanza su cénit en los estados totalitarios, en los que solo se permite la lealtad al partido (124)
- El egocentrismo del corazón hace a las personas «poco objetivas» (p.131)
- El egocéntrico interpreta todo de manera desfavorable, como si fuera contra él, y considera maleducadas muchas cosas que no son tales (p.131)
- En muchos aspectos, el corazón constituye el yo real de la persona, más que su intelecto o su voluntad (p.133)
- El amante quiere verter su amor en el corazón del amado, quiere tocar su corazón y llenarlo de felicidad (p.133)
- Aunque haya voluntad buena y generosa, no poseemos realmente al amado si no poseemos su corazón (p.134)
- Sólo elevando nuestros corazones podemos captar un destello de la vida santa del Corazón del Dios-Hombre (p.144)
- El milagro de Caná nos permite captar algo de la ternura, diferenciación y sobreabundancia de la caridad de Cristo (p.153)
- La contrición de María Magdalena es un epítome de toda contrición verdadera y ardiente (p.159)
- «Simón, ¿me amas?» Cristo busca nuestro amor; no sólo quiere ser obedecido sino también amado (p.196)
- La transformación en Cristo dota de una afectividad inaudita y purificada (p.206)
- La plena apreciación de la belleza nos conduce a la presencia de Dios (p.217)
- Al hombre cuyo corazón ha sido transformado por Cristo pueden aplicarse plenamente las palabras de San Agustín: «Ama y haz lo que quieras» (p.219)
Dietrich Von Hildebrand
“El corazón”
Biblioteca Palabra
Madrid, 1996
224 pp.
Original:
“The Heart”
1996
Muchas gracias por compartirlos. Qué gran pensador, qué gran católico, qué gran hijo de Dios, Dietrich Von Hildebrand. Que ruegue por nosotros, hoy y siempre. Amén.
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