31 de enero de 2022

75 tuits de Irene Vallejo sobre la escritura, los libros y la lectura

Extraídos de El infinito en un junco: La invención de los libros en el mundo antiguo (Irene Vallejo, Siruela, 2019, 561 pp.).

  1. Escribir es intentar descubrir lo que escribiríamos si escribiésemos.
  2. Los escritores desnudan la verdad de muchas vidas.
  3. Como dice Umberto Eco, [el libro] pertenece a la misma categoría que la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras. Una vez inventados, no se puede hacer nada mejor.
  4. Mientras permanece cerrado, un libro es solo una partitura muda con la letra y la música de una sinfonía posible.
  5. Era el sueño de Alejandro: tener una leyenda propia, entrar en los libros para permanecer en el recuerdo.
  6. Reunir todos los libros existentes es otra forma —simbólica, mental, pacífica— de poseer el mundo.
  7. Alejandro recorrió las rutas de África y de Asia sin separarse de su ejemplar de la Ilíada, al que acudía, según dicen los historiadores, en busca de consejo y para alimentar su afán de trascendencia. La lectura, como una brújula, le abría los caminos de lo desconocido.
  8. En un mundo caótico, adquirir libros es un acto de equilibrio al filo del abismo.
  9. El primer libro de la historia nació cuando las palabras, apenas aire escrito, encontraron cobijo en la médula de una planta acuática.
  10. Casi todos nosotros, en algún momento de la vida, hemos espiado desde fuera un jardín de los Finzi-Contini.
  11. La Revolución francesa expropió la historia a los aristócratas.
  12. Hecateo de Abdera consiguió una visita guiada por el templo de Amón en Tebas en tiempos de Ptolomeo I (…) En una galería cubierta dice haber visto la biblioteca sagrada sobre la cual se hallaba escrito: «Lugar de cuidado del alma».
  13. La Ilíada y la Odisea nacieron en otro mundo distinto del nuestro, en un tiempo anterior a la expansión de la escritura, cuando el lenguaje era efímero (gestos, aire y ecos).
  14. Durante los largos siglos de oralidad, el romancero griego fue cambiando y expandiéndose, estrato a estrato, generación tras generación, sin que los textos alcanzasen nunca una versión cerrada o definitiva.
  15. Una sola audición de un canto —dos, si estaban muy borrachos— les bastaba para poder interpretarlo ellos mismos. Así sobrevivía la herencia de los poemas.
  16. Después del alfabeto, nada volvió a ser igual.
  17. El mundo de la oralidad se resistía a desaparecer —ni siquiera hoy se ha extinguido del todo—, y la palabra escrita sufrió al principio cierto estigma. Muchos griegos preferían que las palabras cantasen.
  18. Todos los grandes avances —la escritura, la imprenta, internet…— han tenido que enfrentarse a detractores apocalípticos.
  19. El acto de escribir alargaba la vida de la memoria, impedía que el pasado se disolviera para siempre.
  20. Las letras crearon nuevas conciencias y mentalidades.
  21. De niña creía que los libros habían sido escritos para mí, que el único ejemplar del mundo estaba en mi casa.
  22. Si alguien lee para ti, desea tu placer; es un acto de amor y un armisticio en medio de los combates de la vida.
  23. Somos seres económicos y simbólicos. Empezamos escribiendo inventarios, y después invenciones (primero las cuentas; a continuación, los cuentos).
  24. Los primeros apuntes eran dibujos esquemáticos (una cabeza de buey, un árbol, una jarra de aceite, un hombrecillo). Con esos trazos, los antiguos terratenientes inventariaban sus rebaños, sus bosques, su despensa y sus esclavos.
  25. Las mayores genialidades humanas, original, sencilla y de incalculables consecuencias: dejar de dibujar las cosas y las ideas, que son infinitas, para empezar a dibujar los sonidos de las palabras, que son un repertorio limitado.
  26. A través de sucesivas simplificaciones, llegaron a las letras. Combinando letras hemos conseguido la más perfecta partitura del lenguaje, y la más duradera.
  27. En cierto sentido, todos los lectores llevamos dentro íntimas bibliotecas clandestinas de palabras que nos han dejado huella.
  28. El alfabeto empezó a echar raíces en un mundo de guerreros. Solo recibían enseñanza —militar, deportiva y musical— los hijos de la aristocracia.
  29. Años después, cuando yo misma me he tenido que enfrentar al vértigo de una clase, he comprendido que hace falta querer a tus alumnos para desnudar ante ellos lo que amas.
  30. Las tragedias, agrupadas en trilogías, creaban el mismo tipo de adicción que las actuales series y sagas.
  31. Tras años de viajes y conversaciones, Heródoto comprobó que los testigos a los que interrogaba le facilitaban relatos contradictorios sobre los mismos acontecimientos, olvidaban muchas veces lo sucedido y en cambio recordaban sucesos que solo ocurrieron en el universo paralelo de sus deseos.
  32. Disponemos de versiones diferentes, interesadas, contradictorias e incompletas de los hechos.
  33. Milenios antes del multiperspectivismo contemporáneo, el primer historiador griego comprendió que la memoria es frágil, evanescente, y que cuando alguien evoca su pasado deforma la realidad para justificarse o encontrar alivio.
  34. Es el otro quien me cuenta mi historia, el que me dice quién soy yo.
  35. Kapuściński descubre en Heródoto el temperamento de un incipiente periodista, dotado de la intuición, la vista y el oído de un reportero.
  36. La tolerancia tiene conjugación irregular: yo me indigno, tú eres susceptible, él es dogmático.
  37. Los habitantes del mundo antiguo estaban convencidos de que no se puede pensar bien sin hablar bien: «los libros hacen los labios», decía un refrán romano.
  38. La literatura ayudaba a los emigrados a mantener un lenguaje común, un sistema de referencias compartidas, una identidad.
  39. Conviene hacer hablar al que sufre sobre los motivos de su pena, porque buscando las palabras a veces se encuentra el remedio.
  40. En el siglo V a. C., el formidable sofista Gorgias escribió: «la palabra es un poderoso soberano; con un cuerpo pequeñísimo y del todo invisible, ejecuta las obras más divinas: quitar el miedo, desvanecer el dolor, infundir alegría y aumentar la compasión».
  41. El eco de estas ideas griegas resuena en la que me parece una de las frases más bellas del evangelio: «una palabra tuya bastará para sanarme».
  42. La utopía de Platón es hermana melliza de la distopía 1984. La Sociedad del Partido Único imaginada por George Orwell alberga un Departamento de Ficción, donde se produce toda la nueva literatura.
  43. No por eliminar de los libros todo lo que nos parezca inapropiado salvaremos a los jóvenes de las malas ideas. Al contrario, los volveremos incapaces de reconocerlas.
  44. Los personajes malvados son un ingrediente crucial de los cuentos tradicionales, para que los niños aprendan que la maldad existe.
  45. La maravillosa y perturbadora Flannery O’Connor escribió que quien «solo lee libros edificantes está siguiendo un camino seguro, pero un camino sin esperanza, porque le falta coraje. Si alguna vez por azar leyera una buena novela, sabría muy bien que le está sucediendo algo».
  46. Sentir cierta incomodidad es parte de la experiencia de leer un libro; hay mucha más pedagogía en la inquietud que en el alivio.
  47. Podemos hacer pasar por el quirófano a toda la literatura del pasado para someterla a una cirugía estética, pero entonces dejará de explicarnos el mundo.
  48. Las bibliotecas, las escuelas y los museos son instituciones frágiles, que no pueden sobrevivir mucho tiempo rodeadas por un entorno de violencia.
  49. Quienes aniquilan bibliotecas y archivos abogan por un futuro menos dispar, menos discrepante, menos irónico.
  50. Al final —dice el psiquiatra de origen judío—, sufrían menos quienes eran capaces de aislarse del terrible entorno, refugiándose en su interior.
  51. Los libros nos ayudan a sobrevivir en las grandes catástrofes históricas y en las pequeñas tragedias de nuestra vida.
  52. Esas cosas que no se cuentan son precisamente las que es obligado contar. He decidido convertirme en esa chivata que tanto temí ser.
  53. Nuestro antiguo hábito de traducir ha tendido puentes, ha amalgamado ideas, ha originado una conversación polifónica infinita, y nos ha protegido de los peores peligros de nuestro chovinismo aldeano, enseñándonos que nuestra lengua es una más —y, en realidad, más de una—.
  54. La Gran Biblioteca me fascina —a mí, la pequeña marginada del colegio de Zaragoza—, porque inventó una patria de papel para los apátridas de todos los tiempos.
  55. Un lector medio alcanza a leer en toda su vida lo que el mercado editorial produce en una sola jornada laboral, y cada año se destruyen millones de ejemplares huérfanos.
  56. Durante siglos, conseguir libros exigía estar bien relacionado e, incluso con los contactos adecuados, conllevaba gastos, esfuerzos, tiempo y, en ocasiones, arrostrar los peligros del viaje.
  57. Una multitud analfabeta es más fácil de gobernar.
  58. Solo en el siglo XX, la escritura se convirtió en una habilidad extendida, al alcance de la mayoría de la población —un largo recorrido; una adquisición muy reciente—.
  59. Al regalar una novela o un poemario a alguien que nos importa, sabemos que su opinión sobre el texto se reflejará sobre nosotros.
  60. Los libros nos siguen uniendo y anudando de una forma misteriosa.
  61. En las aguas profundas, los cambios son lentos.
  62. Lo más nuevo, como promedio, perece antes. Es más probable que en el siglo XXII haya monjas y libros que WhatsApp y tabletas.
  63. Es un error pensar que cada novedad borra y reemplaza las tradiciones. El futuro avanza siempre mirando de reojo al pasado.
  64. De aquel gusto de los nobles romanos por tumbarse en sus cómodos divanes —triclinios o lechos de mesa— sobre almohadones de púrpura bordada, mientras les servían bebida y manjares, para razonar tranquilamente los unos con los otros, procede nuestra expresión «hablar largo y tendido».
  65. Algunos resbalan y caen; y otros logran mantener el equilibrio (estos últimos son los clásicos).
  66. Como dice Steven Pinker, la historia no la escriben tanto los vencedores como la gente pudiente, esa pequeña fracción de la humanidad que dispone del tiempo, el ocio y la educación necesarios para permitirse reflexionar.
  67. Los clásicos son grandes supervivientes. Esquivan las variaciones del gusto, de las mentalidades, de las ideas políticas; las revoluciones, los ciclos cambiantes, el desapego de las nuevas generaciones.
  68. Cada nueva forma de expresión —la publicidad, el manga, el rap, los videojuegos— los adopta y los realoja [a los clásicos].
  69. En medio de la inundación de libros, aflora nuestro deseo de descansar de la agitación de lo inabarcable.
  70. En una Europa dominada por caudillos guerreros analfabetos, cuando el ocaso parece inevitable, las fábulas, ideas y mitos de Roma encuentran un paradójico refugio en los monasterios.
  71. Pablo de Tarso pronunció quizá el primer discurso igualitario cuando dijo: «No hay judío ni griego, ni esclavo ni hombre libre, ni hombre ni mujer».
  72. Sin los libros, las mejores cosas de nuestro mundo se habrían esfumado en el olvido.
  73. Somos los únicos animales que fabulan, que ahuyentan la oscuridad con cuentos.
  74. Leer es escuchar música hecha palabra. Es cercanía y extrañeza. Es a veces hablar con los muertos para sentirnos más vivos. Es viaje inmóvil. Es una maravilla cotidiana.
  75. En este tiempo de reclusión, hemos comprobado que los libros amansan la ansiedad y nos regalan lejanías.


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